jueves, 28 de marzo de 2024

Mi ausencia

Me desperté y no estaba, busqué, no me esperaba... Palpé sabiendo que no, en la cama, y nada no soñaba. Ni debajo pensando que actuaba como ladrón o fantasma.Ni en la ducha se reactivaba, ni siquiera hacía la meditación del mar en la terraza. Reconozco el miedo que me daba.
No sabía dónde podría estar, y eso es lo peor. La ausencia era mi única certeza. Ni con música, ni con poesía, ni en redes, ni riendo tonterías, la mesa de estudio y su silla sin luz de vigilia. Ni en la calle ni en la casa, las llaves puestas por dentro y el cerrojo echo.
Te serenas Emi, me dije firme pero amable, ya sabes donde está, no reacciones como hacías, responde como ya sabes y haces, según aprendías. Respira, déjate fluir y relacionarte con pensamientos barra emociones barra sentimientos barra sensaciones.
Un tiempo de sosiego ese que necesita todo lo que está agitado o recalentado. Fuí al sitio, me atreví a entrar en el rincón de su mundo, dónde da miedo, y reconocimiento, donde está Dios, la consciencia el inconsciente, las dudas, la creatividad, la verdad de quien eres, el apego y su trazado, mis demonios y mis ángeles custodios, donde habita el espíritu santo y hasta mi encanto.
Y allí estaba, solo tenía que sentarme donde no estaba, y escribir y soltar, y dejar salir, y dejar escapar, y darme aire y comprensión, acogerme, abrazarme, permitirme ser vulnerable, llorar salado un poquito, y con valentía afrontar todo ese puchero de vida y de mi yo, que no es ego. Solo hombre que sabe llorar, reir, tener miedo, e ira, tener cojones que bien dicho se llama valentía, tener fortaleza que repone en resiliencia, emprender y crear sublimando pulsiones y aceptando el froidiano superyo.
Y apareció como un perro apaleado, que durmió en una casapuerta y viene desmadejado, el que escribe sin remite, el que siente valiente pero muere y resucita cada vez que le arrastra la corriente...

Emiliojo

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