Y todo eso, con dolor de cabeza, saturación e inquietud por los tiempos de estudio, plazos y TFG, y otros que no cuento.
Y miras al mar, conectas con la tarde, te permites sentir. La brisa marinera, la tarde caramelo, el color del cielo, la quietud en la orilla, respiro, sonrío.
Nada ha cambiado, bueno sí yo, lo he aceptado, me relaciono de otra manera con lo que hay, pero la sola atención a lo que acontece en mi presente, me devuelve mi paz interior y mi serenidad espiritual. Miro al cielo y agradezco su bendición e inspiración, solo existiendo.
Emiliojo
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