Que rico el último sueño sin despertador, postdesvelo del insomnio de segunda hora, el que cae como una siesta al solecito de Tarifa, ese que surge desde el hilo de ojos cansados de sentir, pensar y decir. Liberación mañanera, éxtasis matizado de misticismo, amanecer atemporal.
El sueño en el vacío, algo así debe ser el del último suspiro. Dulce y liberado, el sufrimiento del pensamiento quedó atrás, atendido y rumiado en el penúltimo desvelo de la madrugada, limpio de pensamientos y preocupaciones, entregado como un niño que nunca se fue y duerme en tu subconsciente, y que solo se asoma cuando te dejas y te liberas de ti mismo.
La dulzura del sueño psicoanálisis; media sonrisa en tus labios, casi entreabiertos los ojos porque lo sabes pero te dejas, le haces hueco al todo y a la nada, rendido pero no hundido, flotando en la plena consciencia, meditación parasimpática, recargando el alma sin barrita de carga.
Despertar con media sonrisa de plena consciencia cómplice de la subconsciencia plena, homeostasis epigenética, que compensa y libera dopamina, oxitocina y ganas de vivir, sabiendo y abriendo hueco al todo vacío, que pasa como lo hacen las nubes en un sueño de playa. Acogerse y agradecerse todo lo vivido.
Emiliojo
