viernes, 28 de diciembre de 2018

Epílogo 2018. Mares, lunas y estrellas.

Se termina o mejor empieza, quizá solo continúa, leo para atrás desde la perspectiva del pellizco de la Navidad como epílogo del capítulo de la tragicomedia de mi vida.
Un año completo sin papá, un año de idas y venidas con mamá, que largo es el camino, estoy corriendo y no descanso.
Un año de Charo y paciencia, ella conmigo y yo casi lo consigo. Charo mi boyscouts, siempre alerta, somos collera somos pareja con toda la letra. Ojos dulces siempre a mi vera.
Un año de trabajo, de mucho trabajo, de viajes y responsabilidad, de compromiso bien pagado.
El hermano en el año que fue, hacemos al menos una vez algo a la vez, coincidiendo con las uvas y el champán. Cerquita en el corazón, fisicamente lejos como el mar de aquí a Menorca.
Estudiando como un adolescente responsable, findes y noches para un proyecto emocional, que pasito a paso unas veces eterno, otros intenso y otros frustrantes, me aprende además de a "psicologiar", a hacer y disfrutar del camino, como se hace con un buen libro, meta sin cuantificar que si Dios quiere llegará y si no me servirá para un mejor saber llegar. Cuatro al año como los trimestres; Psicología de Organizaciones, Psicopatología, Técnicas análisis cualitativos y Pensamiento.
Pipo en continuo, un sol en mi vida, un bichito que maltrata mi corazón, sobrino de mi alma, tío blandito y facilón, rebautizado en Mimi, tercera abuela cincuentañera. Y que le voy a hacer si no quiero otra cosa que estar con él.
Cuñados partícipes de la alegría de Mauro y locos de atar por adivinar la carita de Simón. Arina, escondidita en un rincón de mi corazón, padre de acogida paciente que espera abrazado a zapatones su vuelta emocional, final desde el viaje a la madurez. Siempre presente y pendientes mis hermanos en Tarifa como estrellas de mi paraíso. Mi grupo de Jesús, buenos días diarios con amor y esperanza paciente, cargados de sencillez, belleza y verdad vividas en comunidad, algo más que una hermandad. Los de siempre y del alma, Charo y Kike, este año poco pelo pero canción de fondo perfecta per me.
Reencuentro con el grupo de un tal Jesús, el moreno de mi Amor, me llamó por boca de mis hermanos Enrique, Rafa, Javi y Oscar, discípulos  y pecadores pescadores de cambistas y Saulos ya sin moto. Volver con ilusión al camino de la acción poética de la gracia de Dios. Liberación de la teología de mi corazón. Volver a la oración, generatividad de la madurez de Jesús eterno, Él conmigo y yo con mi grupo de confirmación, todos ellos una bendición de Dios. Viniendo a Él, resiliencia que me aprende a entender comprendiendo, que no es otra cosa que abrazar lo entendido, y saber darte.
Ocho lunas y tres soles que iluminan mis viernes; la duda inquieta de Alicia, la sensibilidad de Tote, la dulzura de Nataliah, la madurez de María, la vehemencia  amorosa de María Elena, la bondad y sonrisa de Diego, la personalidad de Marta, la sonrisa reflexiva de Carmen, la mirada que habla de Helena, Alvaro el hombre niño y Natalia inteligencia pícara. 
Gracias a todos, los mentados y los que no, por hacerlo bonito, por darme hasta lo no esperado, por ponerle ojos a mis sentimientos, por ser oídos abiertos, por mostrarse, por poner tu mano sobre mi hombro, por ser vera, por ser estando, por reir y cantarlo.
Mis disculpas por lo que sí  y por lo que no, en el momento inadecuado.
Agradecido.
Emiliojo.

martes, 18 de diciembre de 2018

Esperanza de Amor


Me hueles a infancia,
el sentimiento interpela,
me dueles Esperanza,
revestida de mi pena.
Mi rey en ti descansa
ausencia de franela,
recuerdos con esperanza
tu presente me desvela.
Nunca más cantada,
su ausencia finita
a tus pies descansa
tú, mi amada infinita…


Emiliojo