El sitio de mi recreo, vive en la playa, atardece, el sol me bendice, consciencia incipiente. Acaricia mi cara y mis ojos, en el trato amable y elegante, sol de ojitos entreabiertos, dulce y relajante.
Me siento seguro, feliz y gozoso, tengo siete años, julio de 1972 quedan pocos días para mi cumple, este año hice la comunión, fiesta de cumpleaños playera.
Mi hermano siempre conmigo, todas las tardes del verano transcurren igual, bendita rutina de día de playa, bucle fácil, sencillo y estable.
Baños interminables, mañaneros sin fin, comida en la caseta, purgatorio de dos horas y media de una inventada digestión. Tardes de barcas de arena si está subiendo, de paseo a cortadura o circuito de latillas, si es baja la marea con orilla.
Atardece dulce, arena con sabor aguasal, merienda de risas y libertad, futuro presente, presente inmediato, realidad que es momento y decir sin miedo, no dejo de quererte.
Ahí sentadito permanezco, relajado, plena consciencia candida e ingenua, corto plazo sanador, no hay pasado, no hay carga ni emocional dolor. Autorregulación natural, terapia familiar, queriendo como un perro, tol mundo es bueno, menos los que desde lejos huelo.
Al fondo contraluz, por la arena seca, se acerca una silueta familiar, será papá, será mamaá, o seré yo un día 15 de julio celebrando mi 58 cumpleaños…
Mi niño interior, ahí vive, y es mi patria.
Emiliojo
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