lunes, 18 de marzo de 2013

Anibal

Hola Aníbal, te escribo desde el internet gratuito que Dios nos instaló para facilitar la comunicación en áreas dónde no llega el teléfono, el corazón.
Estos días han sido difíciles, te teníamos y no te sentiamos, pero aún con dudas, a través de  las carícias de tus niñas y de Marilú, junto con sus silencios y cuidados llenos de amor al padre, sabiamos que nos sentías.
Ayer tuvimos la última reunión familiar en forma, no te la cuento porque sé que estabas allí también en espirítu y que te gustó tanto como la boda de Chari, que la disfrutaste, que te sirvió y que nos sirvió a nosotros para entender e interiorizar en nuestra vida la separación temporal no exenta de dolor, dudas y desconsuelo.
Supiste educar a tus hijas en la humildad, el cristianismo, en la honestidad, la sinceridad y la bondad de corazón, tabla a la que hoy están agarradas, no te debes preocupar más de la cuenta ya sabes que son fuertes, que tu trabajo ya está hecho y que tu memoria, educación y cariño demostrados con tu vida cargada de ejemplos con hechos, es un aprendizaje y sustento para sus vidas.
Tu espera paciente, tu acompañamiento en la hora en que los demás no podían o querían, tus besos espaciados pero cargados de amor y respeto, tu paz, tus rutinas medidas, tus tortillas de la noche de San Juan, tu saber escuchar, tu respeto por la vida, tu fortaleza de espíritu, tu gazpacho fuera de concurso, tu valentía ante lo que cuesta, tu amor seco y sincero de padre, marido, hermano y suegro, tus croquetas a las que cambiamos el nombre por lingotitos, tu perdón constante, ni un agravio ni una crítica, tus silencios, tus chicles de nicotina, tu pulsera verde contra el cáncer, tu foto de marinero, tu vígilia no sabida, tu eterno segundo plano, tu duermevela protector, tus semanas santas en montañes, la mari comiendo garbancitos de tus pucheros, tu estoicismo...
No eras un rival para los yernos, aunque a veces costaba estar a la altura dado el alto concepto como padre y como hombre que tienen tus niñas de tí, tu referente les marca y eso les ayuda a dirimir y discernir el qué, el cómo y el cuándo.
Tu sigues viviendo en la bondad de Chari, en la prudencia de Elena y en la fortaleza de Lucía, en ellas que es tu obra por la gracia de Dios, te veremos todos los días y disfrutaremos de Anibita hasta que nos reencontremos.
Ya eres nuestro ángel de la guarda, desde el sábado tenemos otro de los buenos velando por nosotros.  En mis mantras católicos de mis ratos de oración, estas vivo y pido a Dios para que te acoja y te ayude en el tránsito y a entrar en su eternidad y en su Reino.
Este lunes santo en mi penitencia tras el Nazareno del Amor, vendrás conmigo y con mi tía Ester, seremos uno, rezaremos y disfrutaremos, cuando pase por tu silla en montañés te buscaré con la mirada como siempre hacía, y en la madrugada tu Medinaceli te abrazará acogiendote a su lado para siempre.
Te prometo que cuidaré de Charo y de tus niñas, tu ausencia refuerza mi espíritu y mi responsabilidad, perdóname cuando no esté a la altura, y ayudame a ser fuerte de corazón y a superar errores y debilidades.
Tus conciencia de creyente y católico, tu práctica del evangelio y tu vida llena de prójimo son el pasaporte idóneo a la gloria, tu entrada en Dios me tranquiliza y serena.
Un recuerdo que nunca olvidé, al inicio de mi relación con Charo, hicimos un viaje a Cayón, tu y yo teníamos una relación incipiente y con poco trato y conocimiento del otro, en la despedida al pié del autobús me diste un beso, sin palabras, con el que me dijiste quien era mi suegro y lo que querías de mí a partir de ese momento, nunca te lo dije pero que sepas que te entendí, y que por supuesto ratificaste en los años de familia, "para decir, dar, querer, proteger y amar, con un solo gesto es suficiente".
Gracias Anibal por lo vivido, se que Dios ya te ha acogido en su seno y que Jesucristo  te  ha puesto una de sus túnicas y un par de sus sandalias de las de sacudirse en polvo cuando vengan mal dadas.
Oye y lo de alfajorito era aparte de por ser de Medina, una forma de  hacerte mío.
Te quiero y no te olvido.
Emilio, tu yerno, el oficial, el con iva, porque ya sabes, como te decía en broma, que los otros tienen menos papeles que un conejo de campo, sí esos que te gustaba comer con arroz cuando ibamos de venta a tu patria chica.

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