Un jardín necesita flores nuevas, flores de temporada, plantas carnosas, damas de noche, cactus, girasoles, tulipanes y lirios, rosas y espinas. Palmeras de cientos de años, higueras, vides, dragos, naranjos, guindos, manzanos y almendros. Robles, castaños, moreras, sauces llorones, encinas...
Tomateras, matas de papas, calabaza, melón, pepino, ajos y cebollas que curen y lloren, cerezas, salicornias y aloe veras.
Todos con distintos años y tamaños, con distintas funciones, características y formas, un paraíso de vida, una representación de lo que somos, un cielo de vid, un reino de los cielos infinito, un parque eterno, un huerto de tierra y agua, un vergel espiritual, un oasis donde descansar... eternamente.
Emiliojo
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