viernes, 6 de noviembre de 2015

El Trofeo de los trofeos. Carranza, patria de mi infancia.

Cádiz, 1975. Alcalde D. Jerónimo Almagro. Trofeo Carranza, Puente Carranza, Verano de mi infancia. Momentos en color, vividos en blanco y negro, cuando la vida pasaba con otro tempo y otro ritmo. 

La verdadera patria del hombre es la infancia.” 
Rainer Maria Rilke

Y esta es la mía, un niño de diez años que vive en la playa de 9 a 9, desayuna, almuerza, merienda y cena en bañador. Baños después de hacer la digestión, que ya no existe por cierto, paseos hasta el castillo de cortadura, barcas de arena al subir la marea, palanganas y regaderas al sol para la ducha cuando se pone el sol, comida en mesa de playa con fiambreras metálicas de colores con tortillas, filetes empanados y mucha fruta.
Mi hermano de hermano, papá y mamá; dioses del universo, todo aprobado, jugar hasta el éxtasis, juegos sin enchufes ni pilas, creatividad rebosante.
Mariscar en las rocas, comer churros en la playa el domingo de trofeo, alquilar un hidropedal con el Chiqui y Adolfito, crucero de ida y vuelta en una hora. Gorra del Athletic de Bilbao, televisión en blanco y negro, ambiente futbolístico; odio eterno al fútbol moderno. Carranza precursor de la Champion, todos querían venir y todos queríamos ir a verlos. Hotel playa lleno de ídolos futbolísticos, noches de fuegos artificiales. Banco de pista con invitación viendo el trofeo en la misma cancha, papá más joven que yo ahora, mamá mas guapa que una novia, y el hermano colega y socio.
Vivir en la calle Cervantes, cuesta arriba cuesta abajo, un seita lleno de niños, una caseta a modo de apartamento de 1 x 2 con vecinos, playa con alcalde, bares de playa, mi primer drácula, polos y granizadas de una furgo al volver, baños públicos con olor a desinfectantes zotal, un candado guardián de la casa de verano, toldos en la arena postes de porterías, casetas de madera haciendo de yate, cometas en la tarde de marea baja, este año por mi cumple una barca de la última planta de Galerías Preciados. Venían mis primos, amigos, compañeros de clase, los hijos de José Antonio Jiménez Alfaro desde Madrid, venían hasta niñas, todo un protocolo no escrito que se repetía verano a verano.
Loco por una avioneta tirando pelotas nivea. Anuncios por megafonía de niños perdidos cada diez minutos, mezclados con anuncios del teatro de guiñol de Chacolín en Canalejas.
Yoyos de coca-cola y fanta, bebidas con casco retornable, nevera sin hielo pero con nieve, infiernillo que calienta la comida, escapada a las olitas; surfeando los techos de las casetas.
Cádiz, siendo lo que es; paraíso del verano español, gaditanos haciendo de su ciudad el lugar perfecto para vivir en paz, en familia y felizmente. Sabiduría natural, arte salaita, respeto sin democracia, valores con principios, educación genética, el siglo de oro del siglo veinte. Millonarios sin denarios.





Emiliojo nostálgico.

No hay comentarios:

Publicar un comentario