lunes, 7 de septiembre de 2009

María de Belarus (cortesía de Javier Iglesias Calvo)

Hoy el día amaneció, muy temprano, para vosotros, y seguramente algo nublado, como se suele decir “un día gris”, ni negro ni blanco. Es muy probable que en vuestro corazón sufráis sentimientos encontrados.
Por un lado estáis convencidos que ha ocurrido lo que tenía que ocurrir: “vuestro” pequeño o pequeña ha marchado de nuevo junto a su familia, a continuar con su rutina, su pequeña historia particular, con mejor o peor suerte del destino, pero, al fin y al cabo, es SU VIDA, la que da razón de ser a éste bendito Programa de Saneamiento de Niños Bielorrusos.
Por otro lado sentís el dolor de la separación, de la marcha de un ser querido a muchos kilómetros de distancia, quizás además en unas condiciones que no son las más afortunadas para ellos. Sentís el dolor de la soledad en compañía, seáis dos o seáis diez en casa, hoy todos os sentís solos, y BEDITA SOLEDAD, porque es la prueba palpable de que sois seres capaces de AMAR, y el amor, cuando procede de un corazón tan grande como el vuestro, a veces duele.
Por si a alguien le sirve, os voy a contar lo que yo he podido observar a través de vosotros, y lo que mi fe, como laico marianista, me muestra hoy a través de vuestro testimonio:
Fue el Espíritu el que puso entre vosotros a este “hijo/a”, con la misión de darle vida; como María, concebida por obra y gracia del Espíritu Santo.
Lo acogisteis entre vosotros como uno más, mostrándole una cultura nueva, unos valores, enseñándole un idioma, protegiéndolo, mimándolo, y por supuesto educándolo a través del idioma universal, el AMOR; como María hizo con Jesús en su niñez, preparándolo para su misión.
Habéis disfrutado de él; como María.
Os habéis enfadado con sus caprichos; como María.
Habéis sufrido por su destino, con lo que le esperaba; como María.
Habéis reído; como María.
Le habéis abrazado y besado; como María.
Y ahora, como María, lo entregáis a su Misión, su verdadero destino, a marchar con los suyos, con los que le necesitan, con los que sufren, a entregarse para su pueblo, con un mensaje de esperanza, que una vida mejor es posible, que hay que luchar y crecer, que existen personas de buena voluntad que los apoyarán para salir de la miseria y el olvido. El se marcha a su Misión, como Jesús, y vosotros le entregáis con amor y dolor, como María.
Y ahora os toca observarle de lejos, casi sin que se de cuenta, sin influir en su destino, por mucho o poco que nos guste lo que le toque vivir, pero siempre cerca, atentos para cuando necesite esa mirada de amor, de compañía, de ánimo… como hizo María, en Misión permanente… con la esperanza de, algún día, volver a sentir su presencia.
Pero tengo la completa seguridad que el paso de María por la vida de Jesús fue necesario e indispensable para que cumpliera con su misión,…como vuestro paso por la vida de estos angelitos…
Me gustaría dedicarle esta reflexión a mis suegros, José Luis y Ana, a los que, mi mujer y yo, dimos un pequeño empujoncito para convertirse en nuevos Padres de Acogida, y por los que siento un profundo respeto, admiración y cariño. Son modelos de bondad, generosidad y entrega, como vosotros.

Javi Iglesias
Con permiso, “yo traigo el agua…”


Cádiz, 24 de agosto de 2009

No hay comentarios:

Publicar un comentario