viernes, 18 de marzo de 2022

Llegar vivo flotando.

 Llegar al viernes vivo. Vivo, con el corazón abierto, la mente en consciencia, la pena supuesta, y la serenidad despierta.  El pensamiento intenciona, la emoción se espera y se convierte en deseo, la esperanza te empata, la nube se hace ausente, y entonces la luz te alcanza.

No es que sea viernes, es que la paz te alcanza, aunque haya llamadas manazas, aunque haya memoria incauta, aunque viva en ti lo que ni a ti soporta, cuando no es amenaza ni lo que a nadie importa.

Es una isla con color de horizonte, un remanso de ausencia, un momento sintigo, un personaje de una percha colgado, un yo cuántico y presente, comprendido y solemne. Meditación consciente, silencio espantado que quiero que vuelva a mi presente. 

Recién lo haces y lo acoges, lo agradeces y sin sentirlo en tus labios cuando tu lengua lo imagina y saborea, llamada de ansiedad y estrés que te alcanza como una flecha, que te caza y te pesca, que te hace morder el anzuelo, y te arrastra hasta el suelo, te trae de la luz del cielo y te llena de mierda y fango hasta el entrecejo.

Pero cuelgo y busco que pare, tangibilizo en mi cuerpo el desastre, lo hago mío, lo respiro de nuevo y lo acojo, no me resisto, lo saludo y me agradezco el coraje y el casi saberlo. Vuelvo poco a poco mi garganta presa, atrapado pero no preso, lo acojo sin miedo, no me resiste y el lo sabe por eso no persiste. El entrecejo convexo, y mi pecho diciendo sube Emi, sube de nuevo, déjalo todo en el suelo, sáltalo y traspasa esa nube, agárrate a la mano del quien siempre confías, y abrázate fuerte a tí... ¿ recuerdas rey, no reías?

Emiliojo


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