jueves, 18 de febrero de 2016

¿Y a tí, te brillan los ojos?

Un tiempo sin terapia, más de un mes, desconectado de la pizarra terapéutica, mi blog hacía tiempo que no estaba tanto tiempo inactivo, y no por falta o necesidad, sino por acumulación de tareas que obligan a dejar en la mesilla de noche lo teórico, la reflexión y la inquietud, por el camino de los hechos y la acción.
Estoy fuerte, motivado, y sigo saturado, pero toca gestionar ejecutando tarea, toca apretar los dientes, ponerse las sandalias y la túnica, y sin más hacer camino.
Hoy paré, me olvidé queriendo de dónde y para qué, y aunque arrastro temas, inquietudes, pensamientos, quejas, reclamaciones y declaraciones como para estar toda la tarde escribiendo, solo reflexiono en voz alta sobre el brillo de los ojos.
Hace tiempo que siento y creo como en Dios mismo, que independientemente de que sea el espíritu o la consciencia lo que mueve o conmueve a la persona, en este mundo solo hay dos tipos de personas: a los que les brillan los ojos y a los que no.
Haga lo haga, sea lo que sea; obligado o voluntario, laboral o personal, solidario o para tus cojones, altruista o remunerado, constante o efímero, importante o no, benéfico o material, teórico o práctico, agradable o desagradable, bien pagado o mal pagado, ingrato o agradecido, por tí o por mí, asignado o emprendido, cualquier tarea, encomienda o labor que haga esa persona solo, y no hay más, hay una cosa que lo diferencia y lo hace grande y poderoso, el brillo de los ojos, la luz que desprende cuando está presente...

Emiliojo

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