domingo, 21 de febrero de 2016

No me gustan los emoticonos

No me gustan los emoticonos, me gusta dar besos de cinco letras, carcajadas de tres silabas y besitos de siete letras. Lo impersonal aún siendo descriptivo no me emociona ni me identifica, lo auténtico, independientemente de lo alexitímico o inexpresivo de su dador, es fiel al que lo hace.
Tengo amig@s que no saben dar besos ni abrazar, pero les pido o les doy besitos cuando necesito transmitir y sentir querencia, algunos dan topaditas en lugar de besos y otros abrazos como el que lleva una escalera al trastero, pero sentir es libre y personal, y un uno puede ser un diez en el de uno y un diez puede ser un uno en el de diez, cada uno transmitimos y sentimos a nuestra manera.
Lo que está claro es que si el jamón y las gambas no le gustan a todo el mundo, imagínate yo o lo qué o el cómo siento. Eso sí el jamón termina gustando a todo el mundo, y los besos son taquitos de jamón emocional, el ejemplo lo tengo en los niños bielorrusos que acogemos todos los veranos con la asociación Aguaores Blancos, al principio su carácter, cultura y socialización les impiden y casi rechazan los besitos a discreción, pero en pocos días tal como les pasa con el idioma, su lenguaje y su corazón los hacen propios y esponjan.
Recuerdo en una entrevista en Onda Cádiz tv, Guillermo Riol le preguntó a Yenia, que vino al programa con Alesia y conmigo, ¿que es lo que más te gusta de Cádiz?, y contestó a sus entonces 10 años; el flamenco, las gambas y los besitos...

Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad

Emiliojo

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