lunes, 4 de marzo de 2013

Los angeles andan sueltos

El pasado sábado mi padre de vuelta para su casa, se fué a caer en la acera justo enfrente del mcdonalds, sufriendo una caída fea, parando el golpe con la cara y más concretamente con la nariz, abriendose un corte en un dedo y afectándole también a la rodilla.
Era un día de viento, agua y frío, entorno a las 3 de la tarde, una chica que comía con su hija en mcdonalds, lo vió todo y salió corriendo en su auxilio, dejó a su hija comiendo, y lo llevó andando hasta urgencias de Puerta del Mar.
Mi padre no se identificaba, estaba aturdido, le ayudó como una hija, le acompañó, pudo sacarle el número de teléfono, espero a que le hicieran una placa y lo atendieran en traumatología, cuando se marchaba, lo pensó mejor y volvió, pensando voy a esperar mejor a que venga algún familiar, si fuera mi padre me gustaría que hicieran lo mismo conmigo, y eso hizo, se quedó sentada en la puerta de traumatología como la ya hija adoptiva que lo socorría.
Cuando me llegó el aviso, con las dudas y la inquietud que genera una llamada del hospital, yo estaba en casa con una gripe de caballo, me vestí y eché a correr camino del hospital, sin saber que mi padre tenía en la puerta de traumatología un angel esperando y velando por él.
Cuando llegué, acelerado y preocupado, busqué por todas las dependencias de urgencias, sin encontrarlo, una vez en la recepción tratando de localizarlo, apareció Mariangeles Serrano, ¿tu eres el hijo de Jose Luis?, si, yo soy la que recogió a tu padre de la calle y te he visto entrar alterado y me he supuesto que eras su hijo, estaba esperandote para explicarte y que estuvieras tranquilo.
Entré en traumatología, pude ver a mi padre, hablé con el médico y salí a la sala de espera, ella seguía allí, su angel de la guarda, todavía permanecía alerta y pendiente de esa persona que había visto por primera vez hacía una hora. Solo acerté a darle un beso y un abrazo, agradeciéndole su amor altruista por el prójimo.
En todo esto hay una parte de anecdotario gaditano, mi cuñada Elena llegó al poco, cruzándose con Mariangeles, según se marchaba después de darle mi agradecimiento, saludándose y parándose, resultando ser compañeras de clase de pequeñas y de grupo scouts también junto con Charo.
Mariangeles, gracias por tu caridad y por ser un transmisor más de la cadena de favores que los seres humanos mantenemos como ley universal no escrita.
Maria de los Angeles...

Emiliojo

1 comentario:

  1. Hay ángeles entre nosotros,... y gente con ángel para contarlo y hacernos caer en la cuenta de que la bondad sobreabunda en el corazón de la gente, más allá de toda evidencia en sentido contrario. Una vez más, gracias hermano, y pronta recuperación de papá.

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