jueves, 24 de febrero de 2011

Una cosa lleva a la otra - del futuro en imagenes a mi pasado…



Me agrada, me gusta, con lo que me gusta una tontería que se enchufe. Mi iphone 4 al lao de esto parece un motorola ladrillo con pantalla calculadora, batería doble y antena.
Desde chico el vidrio o lo que es lo mismo el cristal también nos acompañaba en nuestro día a día, pero yo diría que de otra forma menos tecnológica por decirlo de alguna manera.
Los cristales formaban parte de nuestras vidas, pero del cierro de los balcones, con masilla preparada por el cristalero de la calle sagasta, mi hermano y yo flipando con el olor de la masilla y como lo colocaba untando la masilla, para eso teníamos que romper alguno sin quererlo por supuesto. Nos llevábamos unos días jugando a cristaleros con plastilina y las ventanas de cristal que cerraban el patio interior.
La llegada del practicante era jornada de puertas abiertas al miedo, se llamaba Juan, Juan el practicante, tenía un botiquín en la calle Londres pero venía a mi casa, y como yo estaba tor día malo, cuando no era la gripe, la alergia, el asma y la leche que mamó, po más pinchazos que un yonki, hasta el punto que macostumbré. Bueno pues Juan, traía jeringuillas de cristal dentro de una cajita metálica con los lados semicirculares, ponía una sobre otra en forma de cruz, echaba alcohol en la tapa y prendía, esterilizando de forma casera lo que hoy sería impensable, otro oficio y trajín que mirmano y yo imitábamos cuando jugábamos.
Cristales tenían mis linternas, las pedía por reyes, cumples o santos, cada qué vez que podía, de todos los tamaños, colores, pantallas, hasta intermitentes tenía una que llevaba 4 pilas de las gordas, un tiesto. Hoy en día sigo obsesionado con ellas, supongo que en una vida anterior fui minero o acomodador de un cine, yo que sé...
El televisor, tenía más barriga que yo en diciembre, en blanco y negro, al encenderla estaba un ratito calentándose con una imagen de la llamada nieve, que no es otra cosa que definir la imagen del ruido, decían que era de válvulas, como sabes solo una cadena, la segunda , UHF para los amigos, no se veía, por lo menos en mi keli, mirmano y yo flipábamos con algún día poder ver los dibujos animados de Carlitos en la UHF, pero nada que no había forma. Recuerdo el especial vacaciones de navidades, había una serie de los tres mosqueteros en b/n, como un estudio1 (teatro en tve), con sancho gracia como d'artagnan. Las tardes a la espera de la carta de ajuste con olor a café en toda la casa, una finca de la cuesta de la calle cervantes en el número 4, desde el bajo que vivía angelines, en el primero las amiguetti y nosotros en el 2º, arriba la azotea con lavadero y tinaja de cerámica por supuesto. El peor día de tv era el martes, echaban el mundo de la música, un auténtico tostón infumable, un tal asensio regalaba batutas al niño más repelente.
Tv en color era ciencia ficción, galerías preciados hacía de fnac o mediamarkt, con la punta tecnológica del momento, solo la tenía Gloria, el entierro de Franco lo vimos en su casa, los Farrujias, nosotros y su familia. Al tiempo la compró mi padre por gracias de Dios y de la tienda, Mantequería Los italianos, la mejor tienda de Cádiz que hubo y que habrá. Los sábados por la mañana y las navidades, mirmano y yo íbamos a echar una mano con el reparto de los "mandaos" y lo que hiciera falta. Por las tardes merendábamos en la tienda, todos los días nos mandaba mi padre al Menta, panadero de la calle Beato Diego, hoy en día una pescadería, y de vuelta, Mirmano y yo preferíamos un bony, tigretón, cuña de bimbo, bucanero, etc., pero mi padre siempre respondía primero el bocadillo de lo que quieras y después el pastelito, por supuesto después de la viena con el coca cola, no apetecía el bucanero que todas las tardes compraban uno a uno los 5 González Ortiz. En la merienda nos acompañaba, en la casapuerta de al lao de la tienda, Ricardin, el vivía en el bajo de esa casa, y allí echábamos la tardecita gaditana.
Los juguetes dos sitios clave según capacidad de la familia, Lepanto en calle novena o el 95 en la calle sacramento abajo. Mirmano y yo pasábamos a diario cogiera o no de camino, por Lepanto, para ver los madelmanes, policía montada del canada, buzo, hombre rana, todavía flipo.
El sábado que se podía, era el día de la internacional de la bici, ayudábamos en la tienda y si nos dejaban, a sanan o plazamina según fuera invierno o primavera, a flipar dando vueltas en bici. Fernando Yrayzoz era un hacha haciendo caballitos con una bici que le trajeron de la base de rota y Enrique Rogelio tenía una con marchas, era amarilla y la envidia de todos. San Antonio, era una plaza de las que hoy no existen, cientos de niños, jugando al fútbol con pelota de trapo, carrera de bicis, patines, al contra, a la lima en los jardincillos ya desaparecidos, siempre según la moda del momento, que era cíclica claro está. Chiqui Park, videos consolas, telepizas, ni estaban ni se le esperaban. El puesto de chuches tenía 4 ruedas grandes como de bicicleta, un cajón de madera bien grande con cristales para que se viera el género y un toldillo. Pipas, sin sal por supuesto, a pejeta el paquete, caramelos refrescantes, trikitrake, chicles bazooka, cosmos que eran de regaliz y los famosos sobres de muñequitos. Cuando se ponían de moda las canicas, cada niños llevaba su bolsa y jugábamos en las tapas de las alcantarillas.
Llegando primavera, como hoy en día abría la heladería salón italiano, yo quería fresa o topolino, pero como taba tordía malo de la garganta, solo me dejaban tomar un barquillo de merengue de nata, un auténtico trauma infantil. A sanan se iba a las 12:30 después del colegio hasta la hora de comer y después del cole por la tarde otro rato, ya de más mayor íbamos a permanencia a la calle sacramento, la regentaba Don Manuel y Don Eloy, profesores también del cole, San Felipe Neri de Cádiz. !Han abierto! !Es mentira! gritos de 3 y media de la tarde con cientos de niños esperando que abriera, Antonio el portero, las puertas del colegio que duraba hasta las cinco y media.
Algunos días por la mañana, me libraba del colegio porque iba a las pruebas alérgicas del Dr. Rey Calero, más tarde Lobatón, recuerdo el brazo pintado con boli en forma de casillas para poner una gota de algo, después raspar y ver si salía roncha o no, un algodón caliente que me metían en la garganta que después se convirtió en una espirometría. Mi padre se gastó un dineral en atender mi bronquitis alérgica y mi alergia a todo, al poco llegaban las vacunas, otro pastón, que me pinchaban lunes, miércoles y viernes, al principio Juan el practicante y después el practicante de la casa socorro de la calle benjumeda, el nota me decía hola "ojú", ese era el nombre que me puso, por ser siempre mi última y única palabra antes del pinchazo.
El precursor de los gastrobares y si me apuras la cocina de autor, fue Robustiano Cuesta, tendero, motero, santanderino con tienda en calle cervantes esquina con sagasta, hoy el séptima avenida, en la trastienda hacía tapitas delicatesen, para todos los clientes de la zona, que tomaban la tapa y vino o vermut, antes de subir a comer a casa. Rogu aparte de güena gente era intimo amigo de mi pare, gracioso, manitas un auténtico personaje, a mirmano y a mí nos llamaba Rogelio, to pascuchá a mi abuela Paca que paraba a saludar de vuelta del cole. Las vueltas de la vida, mi tío Antonio a mi primo le puso Rogelio unos años más pequeño, hecho que originó guasa a espuertas con mi abuela, a la que llamábamos mirmano y yo, Cacá, sí como el jugador del madrid pero con c, supongo que como le decían Paca, de chico nos sonaba a eso y eso se quedó. Era de cadi cadi, precursora del ánge de mi madre y luchadora con más cojones que un loco, se quedó viuda con 38 tacos, dos hijos y sin un duro, no tengo que contar que en la época ni seguridad sociá ni pensiones, ni ná.
Mirmano y yo teníamos un cuarto al que llamábamos el cuarto de jugar, uno de nuestros juegos consistía en poner una manta de pared a pared amarrao como fuera al armario, sillas y demás, taparla por delante con toallas, y aprovechar un boquete que tenía para meter un bastón que hacía de periscopio, era una tarde de guerra en alta mar, metío en un submarino con mi vecino carlos el de nitucha.
Por temporadas venía el dumbo, javi farrujia ahijado de mis padres, echaba unos días en casa, sobre todo en verano, mirmano y yo le hacíamos auténticas perrería, lo pintábamos a boli brazos, piernas, cara, barriga, espalda, le echábamos ambientador, colonia y lo que pilláramos, en fin dos monerías, pero el dumbo era un cachondo, simpático, gracioso y casi mirmano el chico.
Como mirmano comía menos que parís hilton, solo comía plátanos el hijo puta, mi mare algunos días, si el tiempo acompañaba, nos subía a la azotea pa que fuera más divertido y así comiera, tanta preocupación pa que hoy se coma a un tío cagando si hace falta.
Si había un acontecimiento literario con el que soñábamos mirmano y yo, era con la edición y puesta en circulación del catálogo de juguetes que sacaba galerías preciados en navidad para los reyes, día a día la pregunta infinita, ¿ya salió mamá?
Llegando verano me encantaba subir a la última planta de galerías preciados en la calle ancha, a ver las barcas, flotadores y demás artículos de verano. Recuerdo hasta el olor a plástico bendito.
El verano, full time en la playa, lo dejo pa otro día, no vaya sé que me extienda...
Poyasta
EmilioJo

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