Así sin más, escena que dura lo que dura un autobús en una parada. Me quedo maravillado con sus actitudes, sus hechuras, su saludo, sus miradas limpias y pícaras, su inocencia ya cargada de precocidad, su juventud emergente, su honestidad y futuro prometedor, su identidad, su yo muy de nuestro tiempo, su caballerosidad epigenética, y su educación muy de la nuestra.
Mi media sonrisa, mostraba mi plenitud de corazón, por constatar que lo que acontece entre tanto, también promete y no embarga el futuro y la historia.
Emiliojo
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