lunes, 26 de octubre de 2020

Mascarilla vs. ropa interior.

 Cuando me fijo en el estado de la mascarilla del sujeto que tengo delante, independientemente del momento o el motivo del encuentro, pienso sobre todo mientras le hago un zoom indiscreto entrando en el detalle de la mascarilla que lleva puesta, y esta da asco verla por su deterioro, mal uso, bolitas, manchas, forma de llevarla y demás guarrerías inherentes al ser humano puerco y con poca ducha. Presumo el olor que puede hacer ahí adentro, entre el babeo, el olor a tabaco si fuma, flatos, pelos de barba en ellos y bigote en ellas, salpicones con tropezones fruto del habla pasional o efusiva y los estornudos con restos de gargajo interesado en las vías respiratorias altas. De inmediato pienso y me imagino, enunciando internamente a modo de sentencia, si en la boca día a día y de forma tendente y continua te pones eso, no quiero ni "de" pensar como llevas los calzoncillos o las bragas, que te las pones en el culo y en la parte interesada por la urea, con restos de fluidos corporales adheridos en algunos casos con tropezones y olor intenso con escasa reposición, poco aireado, y nula agua y jabón en los colectores del vámonos que nos vamos.

Y ya no quiero ni "de" pensar cuando se lo quitan, como cuando quitas el papel de una magdalena o el plástico de un phosquitos después de un día de excursión. 

Emiliojo

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