lunes, 25 de julio de 2016

Tortillero

Aún te recuerdo, fue ayer, pasamos juntos un día de playa, sin hablarnos, casi ausentes el uno del otro, reconozco que estuve pensando en tí durante toda la mañana, quizá la somnolencia del levante y del dominguerismo me cohibieron, pero no dejaron de ser ensoñaciones de amor por tu color, por el aroma de tu piel tostada, por lo jugoso de tu interior, por la claridad de tu esencia.
En el mediodía tuvimos un primer encuentro, deseado pero contenido, estábamos acompañados, aunque la barra nos dio alas para que satisfacieramos nuestros deseos. Aunque me temo que mis recuerdos me hacen ver que los míos eran más intensos y libidinosos que los tuyos.
Ya en la tarde, recién llegados a casa, me duché despejé mi mente y mi sopor playero, y cual fue mi sorpresa que en mi ausencia y en la cocina tuviste un encuentro, yo diría mas, un arrebato con Charo, pese a inicialmente dolerme, después entendí que al igual que yo ella también tiene derecho e izquierdo, aún con otro porte y textura.
Pero eso no hizo más que incentivar mi deseo y volcar mi apetito sobre ti, y sin pan ni picos lo que quedaba en la fiambrera, recalentada y sabrosa, me lo comí de pie y a cara perro.
Moraleja, no hay nada mejor que una tortilla de patatas hecha en la mañana y que ha pasado un día de playa contigo, para terminar de coger el punto gourmet y sin llegar a deconstruirse, pasarle como al arroz con leche, estar mejor después cuando se asienta y en este caso ha pasado un día de levante en la Victoria.

Arsa

Emiliojo

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