Andábamos vistiendo a hermanos, andábamos preparando el camino,
andábamos en la casa común, la Casa de Hermandad. La Casa de la que no te vas
sacudiéndote el polvo de tus sandalias, la casa del reencuentro y la
fraternidad, la Casa del Amor y la Esperanza.
Quizá el día a día y el cúmulo de realidades te hace dejarte llevar por
la vorágine, pero el siempre está ahí, mirando y posando la mano sobre nuestras
vidas y fuentes espirituales de las que bebimos y bebemos, dándole sentido y
mostrando el camino de los hechos para que el medio no se convierta en el fin.
Apareció ella, joven, madre, chiclanera, mirada triste, expresiva,
parada y mujer de parado, la banca la dejó en la calle y a él una ola laboral
le quitó el salvavidas, prestación que se agota, papá y mamá haciendo de super,
banco, abuelos, hermanos, ángeles de la guarda de la única realidad que los
sustenta, la familia.
"Una promesa por cumplir, un debe en mi espíritu, cuarenta monedas
que si miro a mi hija y sus necesidades están mejor gastados en un carro de
comida, pero escuchando mi corazón me da fuerzas y energía para pediros que me ayudéis
a ir detrás de él de la mano de mi
pasión y del padre de mi hija.
Hace un par de años, vinimos a ver la Magna, yo trasteaba con mi peque
y no miraba, pero mi marido se fijó en él, él se paró a nuestro lado, no
tuvimos que tocarle el manto, pero él se quedó mirando a mi marido, y le
escuchó.
No sé por qué vas de blanco, ni siquiera soy capaz de entender por qué
la multitud te ha hecho pararte junto a lo que más quiero, pero te prometo que
si la salvas, si esa operación fea, si ese bulto en el tiroides, si esa parte
fea de la vida se va y abandona su cuerpo de bebé, te seguiré en tu camino.
Pasaron los días, pasaron más días de los que la seguridad social y una
persona enferma debieran sostener, y nos llamaron para intervenir a mi
chiquitina, analítica, nueva revisión, nuevo escáner, y ya no estaba,
milagrosamente se fue, mi fe la salvó. Su mirada, su túnico blanco, su cruz
cirinea, su guapura de espíritu hicieron el milagro. Hicimos a los seis meses
una revisión y todo estaba en orden, ya no hay daño, ya no hay vestigio de un
tumor ni siquiera de una señal del miedo.
Mi marido me lo contó con un pellizco en el alma, preguntamos quien era
ese Jesús gaditano y Nazareno, con túnico blanco y mirada que enamora, dónde vive, cómo le
llaman, decidle que lo estoy buscando. Un
vecino suyo, un hermano a la Vera de la Cruz, nos contó que era el Nazareno del
Amor y que allí en la plaza más gaditana de Jerusalén, la plaza de San
Francisco, vivía con su madre la Esperanza
en el convento de San Francisco.
Y aquí estamos locos de amor por el blanco y necesitados de seguirle y
subir el camino entre los suyos."
Su voz, su gracia y su espíritu, los ha acogido y ya son familia y
hermanos del Nazareno del Amor y Nuestra Señora de la Esperanza.
La Vida y la Gracia de Dios, recompensa nuestro espíritu comprometido,
con la única felicidad plena y eterna, la felicidad del prójimo de la mano de
Jesús...
Emiliojo
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