martes, 1 de mayo de 2012

Hay que bajar los precios

La calle lo vive y lo sabe desde el 2007,  el fenómeno y la pandilla basura lo negaban por activa y por pasiva,  no pusieron medios ni remedios, negando la mayor y originando por ello la situación extrema en la que nos encontramos.
A los actuales diagnósticos metastásicos y de medidas anticrisis de abajo a arriba, con una incapacidad galopante de comunicar, impropia de un Gobierno del siglo 21.
Ambos, cada uno en su tiempo y perfil, no entienden la realidad de la ciudadanía, unos por descerebrados, demagogos y oportunistas cortoplacistas; y otros por ser poco valientes y empezar por el sitio más fácil y débil. 
Los ciudadanos; parados, trabajadores, propietarios, inquilinos, empresarios, trabajadores, autónomos, jubilados, etc., somos los que finalmente tendremos que tomar medidas y entender la realidad que nos toca vivir, ya no vale lo de antes, bueno o malo se acabó, tenemos que empezar de nuevo y fijarnos en nuestros padres o abuelos según generación, y trasladarnos a los años 60, donde los negocios y la economía no entendía de pelotazos, sino de hormigueo, poco a poco, con mucha honestidad, relacionando calidad y precio, la rotación del producto y el menudeo eran la clave del éxito. Los productos de primera necesidad eran un totem, los alquileres razonables, los pisos y locales costaban lo que valían. Una comunión o una boda era un lujo al alcance de muchos porque había sitio y acomodo para todos. Una familia con 3 hijos era lo usual, y a nadie o a casi nadie le faltaba un perejil. 
Hay que bajar los precios, desde el que alquila el local, hasta el detallista que vende el café del desayuno, pasando por toda la cadena productiva. Los alquileres de locales comerciales a 3000 euros, los cafés a 1,20 euros, las bodas desde 60 € el cubierto, los alquileres de pisos a 1000€, las tapas a 2,50 euros, los pisos en venta a 50 millones de pesetas, todo eso es historia. Es la única forma de reactivar el consumo, hacerlo asequible con la filosofía de gano/ganas.
Mientras que no seamos capaces de entender que esto es cosa de todos y que la sociedad subsiste a través de una cadena de "favores", basada en una productividad honesta y razonable, con vocación de servicio y sumando de uno en uno, no saldremos adelante y lo que es peor no daremos la oportunidad a las nuevas generaciones de ser felices.
Poyasta
Emiliojo

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