jueves, 19 de febrero de 2015

El alzheimer lloró.

Tabula rasa, mente en blanco. Luces de conocimiento en intermitencia.
- No puedo hablar, y no sabes si puedo pensar, te reconozco por supervivencia. Quiero al que me cuida, siento al que me quiere. Mi luz, un velón con menos mecha que cera. La capilla la cuida ella. No veo dentro lo que siento afuera. -
- Una vez lloré en los últimos cuatro años, y fue ayer. Coincidió la luz en el despertar, un ciclo de luna que repite sin alternancia periódicamente, como recurrente de marea baja. -
El alzheimer lloró, y ella lo vio, te dejaste abrazar por la morena que vive en mi infancia.
Tu pena se encendió, la emoción te embargo, después de una legislatura tus lágrimas descubrieron fotografías sobre un aparador con cristal. Repasas con el dedo como un bastón de  braille que se abraza en la sensibilidad del cuerpo, memoria esa última.
Tus discos te suenan, yo los pongo, tu tierruca a ratos, te sientas sin monte al que mirar con mirada perdida, Víctor es recuerdo de abuelo, emigrante infante en tren patera amarrado a un corazón norteño con raíces sureñas. Luna de miel, que duerme contigo y recoge y limpia tus intimidades. Tu memoria musical sueña sin consciencia.
Despertar, sueño sin vuelta, la vida te canta una nana y vuelves a dormir, apaga tu vela esperando la nada para que no sufra tu emoción. Físico sin cometa, el hilo del que pendía vuela sin mano que la sostenga.
Tu pena no necesita analgésico, no hay dolor en ti, hay dolor en mí, tu pena no hace daño en primera persona de singular, se encendió y descubriste tu ausencia, golpe de dolor que lágrimas derramó, fotos de una película biográfica pasaron por tu mente adelantándose al momento de volar.

Emiliojo

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