Rezar por la paz, es pensar con intención, es soñar en acción, es hacer presente y visible en comunidad mi oración. Poner en manos de Dios, lo que esperamos tú y yo, que su mano esté en tu hombro y en el mío, depositando en Él, su control y protección.
Es rogarle
que matice mi empatía con compasión. Tu pena, tu desazón, tus miedos, tu
impotencia y tu dolor, lo hago mío, no me lo quedo para mí, sin aliviar tu
carga, convirtiendo tus heridas profundas en heridas para dos. Rezo por ti por
tu situación, y pido por mí y mi compromiso y determinación. Y desde mi vida,
desde mi día a día, te acompaño, ayudando y alumbrando con mis dones y mi
presencia.
Y si tu pena
vive lejos, y mi intención no toca pelo, lo hago presente en mi carisma proyectándolo
en mi ambiente, cambiando el mundo desde mi yo, proponiendo mediación, escucha
activa, regulación emocional, aceptación incondicional y flexibilidad de
corazón.
De eso se
trata hacer Jesús presente en mi consciencia, y sin más, actuar desde la
humildad con su ejemplo en mi desempeño diario.
Reza como si
todo dependiera de Dios, y trabaja como si todo dependiera de ti. (San Agustín
de Hipona).
Emiliojo
No hay comentarios:
Publicar un comentario