viernes, 11 de octubre de 2024

Un desfibrilador por favor...

Hoy después de 24 días sin hacer deporte por motivos ineludibles. He vuelto a retomar pilates y 45 minutos andando a paso de yonki por perico.
Hasta ahí bien, soy un comando que está entrenado para sobrevivir en terreno hostil. Dicho esto, no he ido me he llevado, como el que lleva a su chiquillo a clases de permanencia, con menos ganas que descargar a palas un camión de arena.
Y una vez allí, hola qué tal, pago el mes pa dos días, me pregunta mi megafisiomonitora María, que tal picha mía, esto en modo educado on.
Y yo que lo cuento to, y todas mirando y diciendo sin decirlo, pobrecito el único niño…
Y empieza la sesión, y yo jadeando y disimulando hasta que dejé de hacerlo y me entregué, como el que se juega el campeonato del mundo de su bloque en apnea y la vida al mismo tiempo.
He mirado más el reloj que un chiquillo en una misa tridentina. Cantando pa dentro resistiré por el dúo dinámico en la pandemia, y hasta escuchar eso es todo por hoy.
Y ahí me he sentado he mirado al cielo agradecido por sostenerme con solo café. El jueves por mi madre, voy dopado con mi inhalador de corticoides rescatador de asfixiados.
Y me dice María, qué tal Emilio, y ma salió de alma, “te juro y te aseguro, que no me he desmayado porque me ha dao apuro”, y concédeme un último deseo, traerme sin miedo un desfibrilador doble con hielo...

Emiliojo

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