Comprar pan calentito, ir a tu charcutero de confianza y comprar un poquito de jamón, caña de lomo, un par de tipos de queso o más, y unos enlatados de “que bueno con unos piquitos”. Pasar con el coche por la chanca, y parar en la puerta como si fuera una urgencia, y llevarte lo más grande en salazones, mojama, huevas de atún, de maruca, e ijada de atún en aceite para hacer montaditos.
Suministrarte un ribera, un palo cortao Cayetano del pino y cerveza pa laCharo. Pillar 4 de croft twist pa meterlas en el freezer.
Antojársete un bocadillo con el pan calentito de mortadela la piara, abrir un paquete de patatas y una lata de cerveza helada en la orilla.
Ir a la taberna del Melli, mi casa de Tarifa, sentarme en mi esquina y dejar que mi hermano Ramón me ponga lo que le dé la gana de beber y lo que diga mi Juana de comer. Pedirme en la tarde porque estoy a gusto en una conversación y con la compañía adecuada, un güisquisito de juan el caminante etiqueta negra, con un ojito de hielo.
Comprar un pollo asado con sus patatas pa bañarlas, pensando en el valdepeñas y casera que tengo desde antie en el cajón de la nevera.
Ponme un cuarto de chocos, medio de croquetas, cuarto de pescadilla, cuarto de adobo y unos pocos de chipirones, en cartucho pa llevar pa comérmelo con los jefecitos en la playa de noche.
Abrir cervezas hasta que no haya, abrir latas de mi almacén despensa de supervivencia festiva; aceitunas, boquerones en vinagre Domínguez , corta queso uno pal plato y otro pa mi, abrir unos mejillones como la oreja de un viejo, ventresca y huevas de caballa.
Hacer meditación sin mantra en la terraza, na más que vino…
Decirte sube y que eches un ratito que quieras volver cada ocho horas.
Placeres cotidianos, que un día es el último no lo sabías, y ya…
Emiliojo
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