Mi nueva monitora pilatera, me pregunta entre posturazos y posturas.
¿Emilio, tú qué edad tienes?
A lo que contesto, yo podría ser tu padre, como si fuera el Darth Vader de la bahía.
Su mirada ya era entre inquieta, nerviosa, astuta y sorprendida.
Dispuesto a disfrutar el momento, le digo como el Abuelito de Heidi, dime tú…
43, dice. Me sonrío con alevosía, se lo agradezco con alegría y le digo, mucho más.
48, gracias igualmente pero tira no sigas.
¿50? Con cara de “no me lo puedo de creer, picha mía? Repondo “dame más”, como la canción del kas.
53, seguido de un “no te creo”. Y le digo, MÀS, MÁS, MÁS…
58, y por compasión, autocompasión y por ir terminando y seguir practicando, le digo el día 15 de julio cumplo 60 con un silencio de media sonrisa canalla.
Y tras un silencio contenido en el que solo se oía mi jadeo pilatero, dice Maricarmen, NOOOOO.
Y digo, SÍÍÍ. Sisi Emperatriz.
Y ella apostilla, y yo de rodillas, “pues estás estupendo”, y digo muchas gracias, te como la cara, agradecido y entusiasmado, pero si vieras mi última analítica, verías que soy de la era paleolítica.
Emiliojo
Si me muero, me llevo toda esta consciencia al cielo. Para eso he venido y vivido, a empaparme de consciencia, de espíritu de Dios, de sabiduría, y de humanidad compartida.
Soy feliz estudiando, disfruto ejercitando, cultivar y aperturar mi consciencia desde la presencia y el carisma en Dios.
Emiliojo
Te echo de menos desde que te me prohibieron, cada momento o cada instante, que parece más frecuente por lo distante.
No sé si llevo siete días o diez, cien o tal vez mil o cien mil, el tiempo es relativo y subjetivo, y yo de tu ausencia cautivo.
Entre tanto te recuerdo, evoco y te hago estrés postraumático. Y así cuando te piense; mi emoción radical te rememore tan real como cuando te tenía, te saboreaba, te tocaba, mis manos temblorosas y tú en mi boca.
De día y de noche, en casa o en dónde, solos o con gente, celebrando o esperando, con pausa y con prisa, callando o de risas. Siempre había un momento para tu compartir.
Tantos tú siendo lo mismo, tantos matices, formas y maneras, texturas y temperaturas, humedad, olor y sabor, siempre tú. Aunque sea en sueños, volverás, como cuando dejas de fumar. Y yo sigo aquí esperándote aunque solo fueras gruyere.
El-emental, que pienso y amo eso, que me hace turófilo y me hizo disfrutar desde niño, el queso.
Emiliojo