No se puede mirar para arriba, buscar Santiago y su corazón de Jesús, no te puedes parar a observar o conversar, porque la corriente te arrastra y te ahoga en su interés por no conocer Cádiz.
Calcetines en sandalias, la búsqueda de la nada, que de testimonio de una ciudad que decían ser la más vieja de occidente, y que un filósofo de la tierra, dijo que no era vieja sino que estaba chocheando... y ahora yo ahí ando.
Comercios añadidos, camuflados y preparados para atender la mentira de los cruceros, baratijas y chucherías que pretendemos cambiar por su oro falso.
El Brim, y Serafín, soportan la riada, dana de nada, un sin fin, que si fuera yo o yo fuera, tampoco lo apreciaría, porque el borrego en manada no siente más allá que seguir sin más. Lo que sí soy capaz es de no ser y estar en la dinámica de ese viajar, ni en las ganas de una ciudad que quede sin alma, espíritu, cultura y verdad en su habitar...
Me voy a comprar un látigo, no porque me crea Jesús, sino porque no me gusta ni quiero que comercien con lo que más quiero y nos hace diferente del mundo entero. Si ese es el turismo que ha de traer el dinero, no lo quiero, políticos y mal vividores piensen en una ciudad verdad, que llene por su espíritu, cultura, gastronomía, saber vivir, y salero, que de eso hay de sobra, generen empleo, empresas y negocio del bueno, del que ofrece servicio y beneficio. Gano ganas, del disfrutar y celebrar la vida, el bienestar y la salud que nos hace esta ciudad disfrutar.
Emiliojo