jueves, 18 de julio de 2019

Cambiar "la constitución de vida".

Es una prioridad absoluta y vital para el estado, el país, la nación, la sociedad, la ciudadanía, el bienestar social, la vida, España y su gente, que el sistema y no solo el gobierno, sino todo aquel que tenga que ver con la organización y gestión política y económica desde una alcaldía, diputación, autonomía o estado; atender y resolver, la vida de nuestros mayores, esa mal llamada ley de dependencia, tan manoseada y utilizada por todos los políticos en tiempos electorales (que es siempre). 
Un plan de contingencia para atender lo inmediato y los dramas de orilla de vida, y un proyecto de futuro que recoja, gestione y dote todo y a todos.
El desempleo y las pensiones son tan importantes como la dependencia de nuestros mayores, y por ello sabiendo que no hay un euro en las arcas de la seguridad social, hacer un pacto (a modo del "de Toledo") y todos los partidos, poderes, y fuerzas vivas de España, ponerse de acuerdo en el qué, cómo, cuándo, cuánto, quién y dónde.
Es una empresa harto complicada, una empresa con muchos contratiempos, vértices y variables, pero si son servidores públicos y cobran por ello, es el momento de cambiar "la constitución de la vida", de cuidar, ayudar y salvar a los que más lo necesitan y que han dado y recorrido su vida como buenamente ha podido cada uno. Pero que una sociedad a la que se le llena la boca con palabros como; social, feminismo, animalismo, inclusividad, integración, acogida y tantos constructos que tanto gustan utilizar a la nueva política, que se olvide de quien nos dio la vida, nos cedió lo mejor de sí, nos cuidó, nos educó, nos atendió, nos ayudó, nos enseñó, entregándonos lo mejor de si, independientemente de su relación con nosotros, es de pueblo muerto, de vida sin prójimo, de sociedad egocéntrica, de ciudadanía egoísta, de sociedad desagradecida, apatrida, desleal, impía, sin consciencia, sin sentido, irrespetuosa, sin espíritu, indigente emocional, y condenada. Aunque solo fuera por puro egoísmo, por cuidarse en diferido como plan de pensiones emocional en el futuro, es una obligación en primera persona del singular y del plural.
Somos legión, somos muchos los que cuidábamos, cuidamos y seguimos cuidando, de cualquiera de las formas posibles a nuestros mayores, que viven en el fin del ciclo de su vida. Son años y secuencias de generaciones que no solo emocionalmente atendemos, sino también a nivel administrativo, psicológico, emocional, salud, física, de seguridad, defensa de derechos, de gestión, y de lo que toque. 
Hay infinidad de situaciones, estados, familias, entornos y ambientes sociales, desde la soledad absoluta hasta familias de dibujos animados, pero todos ellos y cada uno a su forma necesita de una ayuda real y tangible que le de forma y vida no solo al mayor sino también a su cuidador/ conseguidor.
Si desconoces el problema de la dependencia, o llevas años mirando para otro lado, o la vida no te puso aún en esa carrera, solo tienes que hacer una cosa. Un día entre semana, por la mañana, pasea por tu ciudad y observa con ojos nuevos a tus conciudadanos, a prójimos y ambientes. Descubrirás no uno sino infinidad de héroes anónimos, que acompañan, pasean junto a, velan, trasladan, y llevan a lo que toque ese día a uno de los suyos que necesita bastón y brazo, silla de rueda, guía, cariño, emoción, respeto, apoyo, corazón, seguridad, amor, luz, sal, alegría, conversación, besos...
Hijas madres, padres de sus padres que turnan sus trabajos, momentos familiares, personales y de vida para atender lo más grande, sin más apoyo que su corazón y la de otro familiar (el que lo tenga), y además teniendo que buscar horas extras o recursos para pagar un profesional que en la mayoría de los casos no te llega y vive en b como tú. Y el que pueda además de suplirte como gerocultor, te supone una gran ruina en tu economía familiar, y lo peor de todo sin cubrir totalmente sus y tus necesidades.
Los ciudadanos miran este problemón, como una vaca viendo pasar el tren, como algo que ni entienden, ni va con ellos, ni les distrae, ni les preocupa, por eso los políticos lo utilizan sin ética sin respeto, y con nuestra actitud le enseñamos a tratarnos mientras, como sociedad sobrevivimos, zombies, anestesiados y muertos en vida, sin más luz que la que da la televisión y el sálvame. Comer, cagar, ver tele, dormir, trabajar, comer, cagar, ver tele, dormir, trabajar, comer, cagar...
¿Alguien empezará de una vez por todas, a movilizarse, reclamar, luchar, pelear, solicitar y demostrar con argumentos y no solo votos cada 4 años, cómo queremos vivir?
Dignidad, por Dios...

Emilio J. González de la Muela


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